El momento del parto es una experiencia única y emocionante, pero también puede generar muchas dudas y ansiedad.
Reconocer los síntomas del parto y saber cuándo acudir al hospital es crucial para asegurar una experiencia segura y tranquila.
Por ello, voy a abordar las cuatro situaciones clave que vas a experimentar y que, por tanto, debes conocer: síntomas que no indican la necesidad de ir al hospital, síntomas que sí indican que estás de parto, qué hacer al llegar al hospital, y qué esperar tras el ingreso en el hospital.
Existen varios signos que pueden parecer alarmantes pero que no necesariamente indican el inicio del parto. Conocerlos puede evitar visitas innecesarias al hospital.
El tapón mucoso es una sustancia gelatinosa que se desprende del cuello del útero al comenzar la dilatación. Su expulsión es comúnmente notada como una mezcla de flujo sanguinolento, verdoso o marronáceo. Este sangrado es generalmente menor que una regla y puede durar varios días. Algunas mujeres incluso llegan al hospital con varios centímetros de dilatación sin haber notado la expulsión del tapón.
Hacia el final del embarazo, es común sentir presión en la parte baja del vientre y molestias en el sacro. Esto puede indicar que la cabeza del bebé está encajada, pero no es una señal de que el parto haya comenzado.
Las contracciones irregulares, que pueden ser molestas pero no indicativas de parto, pueden presentarse especialmente por la noche. Estas contracciones se alivian con hidratación, duchas calientes o reposo. Son irregulares en frecuencia y duración, y no deben alarmar si se alivian con estas medidas.
Reconocer los síntomas reales del parto te ayudará a saber cuándo es el momento de ir al hospital.
La rotura de la bolsa amniótica puede ser un signo claro de que el parto ha comenzado. Puede ser una rotura franca, donde el líquido amniótico sale en abundancia, o una fisura, donde el líquido sale lentamente. Es importante observar el color del líquido amniótico: si es transparente, puedes esperar en casa unas horas; si es verdoso, marronáceo o rojizo, debes acudir al hospital de inmediato.
Las contracciones de parto son regulares y dolorosas, con una sensación de endurecimiento del abdomen acompañada de dolor tipo menstrual muy intenso. Para un primer hijo, las contracciones deben ser cada cinco minutos durante al menos dos horas antes de ir al hospital. Para mujeres con hijos previos, se recomienda acudir cuando las contracciones sean cada diez minutos durante dos horas.
Una vez que decidas ir al hospital, es importante saber qué hacer al llegar.
Dirígete a la urgencia maternal del hospital, para que una enfermera valore tu situación y una matrona realice una monitorización y un tacto vaginal para evaluar la dilatación y si has roto la bolsa.
Lleva contigo tu historia médica, incluyendo información sobre alergias, operaciones, la fecha de última regla, semanas de gestación, grupo sanguíneo, exudado vagino-rectal y analítica del tercer trimestre. También es útil tener un plan de parto y tus preferencias de lactancia.
Al ser ingresada, se seguirán ciertos procedimientos para asegurar tu bienestar y el del bebé.
Se te colocará una vía intravenosa y un monitor para verificar el bienestar del bebé y las contracciones. Si tu bolsa está rota pero no estás de parto activo, serás ingresada en planta. Si estás de parto franco, irás directamente a la sala de dilatación.
Podrás moverte, usar una pelota de pilates y recibir apoyo constante. La monitorización puede ser externa o interna, y se realizarán tactos vaginales para evaluar la progresión de la dilatación.
Si estás en tratamiento con heparina y crees que estás de parto, evita ponerte la dosis y dirígete al hospital. Esto es crucial para que puedas recibir la epidural si así lo deseas.
Confía en tu instinto y mantén una actitud positiva. El parto es un proceso natural y, con la preparación adecuada, puede ser una experiencia maravillosa.
Desde aquí, te deseo lo mejor en este emocionante viaje. ¡A por todas y mucha suerte!
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