Los niños prematuros o pretérminos son aquellos que nacen antes de la semana 37 de gestación. Según informaciones de la OMS se estima que nacen cada año en el mundo 15 millones de niños prematuros y esta cifra sigue aumentando. En España la tasa se sitúa con algo más del 7%, lo que supone el nacimiento de unos 28.000 al año.
Las causas suelen ser: enfermedades maternas crónicas, edad, infecciones, estrés en el trabajo, embarazos múltiples, drogadicción y en muchas ocasiones desconocidas.
Se han establecido las siguientes subcategorías: prematuros tardíos (de 34 a 36 semanas), prematuros moderados (de 32 a 34 semanas), muy prematuros (de 28 a 32 semanas), prematuros extremos o “diminutos” (menos de 28 semanas y 1000 g de peso).
Es necesario dentro de lo posible que el nacimiento y posterior atención de estos niños tenga lugar en maternidades que cuenten con el adecuado nivel asistencial.
Hablar de prematuridad es hacerlo de inmadurez, presente en todos sus órganos y sistemas, de ahí que a menor edad gestacional, más problemas, riesgos y peores resultados. Hoy en día la preocupación se centra sobre todo en la prematuridad extrema de los que hemos llamado “diminutos”.
Los recién nacidos cuya prematuridad es moderada o tardía necesitan menos cuidados, en cambio, los prematuros que presentan una gestación por debajo de la semana 32 requerirán estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCIN).
Estas son algunas de las complicaciones más comunes en los más pequeños.
El manejo y tratamiento consiste en el control de las complicaciones derivadas del estado de los órganos y sistemas del bebé, para garantizar su desarrollo hasta que sean capaces de funcionar correctamente. Para ello, la especialización de los profesionales (médicos y enfermeras) va a jugar un papel fundamental.
Una vez que el niño ha estabilizado sus constantes en la UCIN empieza el compromiso e implicación de los padres (ambos) en sus cuidados. Adquieren especial relevancia los sentidos: la oscuridad/luz, los susurros, las caricias, los ruidos, el rostro y sobre todo el contacto “piel con piel”, fundamento del llamado “método canguro” que se va imponiendo más despacio de lo que debiera. Para ello es necesario cambiar hasta la disposición arquitectónica de las unidades que cuidan de estos niños. Habitaciones individuales sofisticadas y seguras en la tecnología, pero cómodas y alegres en su disposición, madre y niño las 24 horas juntos.
Los niños cuyo desarrollo es superior a las 33 semanas estarán listos en los primeros 7 días para recibir el alta hospitalaria, los de 28 semanas superarán con creces el mes y los de 24 semanas los 3-4 meses. Antes del alta, el niño debe cumplir una serie de requisitos que acrediten su buen estado de salud.
Suele ser un momento de especial emoción dependiendo de las vivencias acaecidas en el hospital. Muchas unidades de Neonatología han incorporado dos actividades, ambas de especial relevancia. La “escuela de padres” donde se ilustra a los progenitores en el manejo y cuidados del bebé prematuro durante su estancia en el hospital y su marcha al domicilio y el programa de “alta precoz” en el que se incluyen bebés y padres que deben reunir una serie de requisitos que aseguren la correcta evolución del niño en su domicilio recortando las estancias en el hospital, supervisados por una enfermera especializada.
Algunos consejos para esta etapa:
Con frecuencia en los más pequeñitos hay que superar en los primeros días de vida situaciones límite y preguntas constantes sin una respuesta definitiva. Sin duda, una imagen que impresiona es ver a un niño “diminuto” rodeado de mil y un artilugios, luces, alarmas, cables, sondas, aparatos, sanitarios... Todo ello hace que la presión intensa y mantenida provoque en los padres sentimientos de frustración, decepción y en ocasiones angustia. Esto lo conocen bien los profesionales que trabajan con estos niños e intentan cuidarles con dedicación y mimo, apoyados si es preciso con los profesionales de psicología.
La prematuridad genera preocupación e incertidumbre. Hoy en día, cada vez son más y mejores los conocimientos, los medios y la información de la que disponen los profesionales sanitarios para prevenir el riesgo y garantizar el mejor cuidado del niño prematuro. El enfoque multidisciplinar, los avances tecnológicos, la especialización de las unidades neonatales y sus profesionales han hecho que la inmensa mayoría de estos niños sobrevivan sin secuela alguna.
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