El sistema respiratorio de los bebés es diferente al de los adultos en varios aspectos. Por ejemplo, hasta los seis meses de edad, los bebés no respiran por la boca, lo que hace que el cuidado de sus fosas nasales sea aún más vital.
Además, sus fosas nasales son más estrechas y su sistema respiratorio aún no está completamente desarrollado, lo que los hace más propensos a la congestión nasal y otras molestias respiratorias.
La congestión nasal es común en los recién nacidos y se debe a la inflamación de la mucosa nasal, conocida como rinitis del recién nacido.
Aunque no suele ser grave, la congestión nasal puede interferir en la alimentación y el sueño del bebé. Por ello, es crucial mantener las fosas nasales limpias y despejadas para evitar complicaciones.
La congestión nasal en bebés puede manifestarse de diversas formas, algunas de las cuales pueden no aparecer inicialmente relacionadas con la nariz.
Uno de los síntomas comunes de la congestión nasal en bebés es la molestia de garganta. La irritación causada por la acumulación de mucosidad puede provocar molestias al tragar y dificultad para alimentarse adecuadamente.
Además, es frecuente observar un lagrimeo excesivo en bebés con congestión nasal. Esto puede ser causado por la presión adicional en los conductos lagrimales debido a la inflamación de la nariz.
Las infecciones recurrentes en las vías respiratorias superiores también son un signo de congestión nasal en bebés. La acumulación de moco en la nariz puede crear un ambiente propio para el crecimiento de bacterias, lo que aumenta el riesgo de infecciones respiratorias.
La congestión nasal también puede aumentar el riesgo de neumonías, especialmente en bebés con sistemas inmunológicos aún inmaduros. La acumulación de moco en las vías respiratorias puede dificultar la eliminación de secreciones, lo que aumenta el riesgo de infecciones pulmonares.
Los bebés con congestión nasal pueden mostrar una mala tolerancia al esfuerzo. La dificultad para respirar puede hacer que se sientan cansados y fatigados más fácilmente, lo que puede afectar su capacidad para comer, dormir y participar en actividades cotidianas.
La somnolencia y las alteraciones del sueño también son comunes en bebés con congestión nasal. La dificultad para respirar adecuadamente puede interferir con el sueño normal del bebé, lo que puede provocar irritabilidad y problemas de alimentación durante el día.
Además, el exceso de moco puede afectar a los oídos, dificultando la audición y aumentando el riesgo de infecciones del oído. La acumulación de mucosidad puede bloquear los conductos auditivos, lo que puede afectar la capacidad del bebé para percibir los sonidos correctamente.
Los lavados nasales con suero fisiológico o agua de mar son una técnica efectiva para mantener las fosas nasales del bebé limpias y libres de mucosidad.
Este procedimiento simple y seguro ayuda a:
Para prevenir los contagios y, por lo tanto, conseguir que la congestión nasal en los recién nacidos sea menos frecuente, es importante seguir el calendario de vacunación recomendado por el pediatra para prevenir enfermedades. Mantener una buena higiene, lavándose las manos con frecuencia y asegurando la limpieza del hogar.
También es fundamental evitar el humo del tabaco, manteniendo el ambiente libre de contaminantes. Además, se debe asegurar una dieta variada y rica en vitaminas y minerales, así como mantener una buena hidratación para apoyar el crecimiento y la salud del bebé.
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